Ir al contenido principal

Destacados

Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola cada vez que hay u

The velvet underground o el éxito marginal




Puntuación: 8/10


Tenía muchas ganas de ver el documental de Todd Haynes sobre The Velvet Underground. Por desgracia estuvo menos de una semana en un cine local y yo andaba muy ocupada lidiando con una fiebre horrible. Decidimos verlo en nuestro proyector a través de Apple TV. 

Pero el sonido, quiero pensar que el de nuestro proyector, fue un problema y acabó por irritarme un montón el no haber podido verlo en condiciones, pero bueno.


Cuando yo tenía 13 o 14 años escribí un artículo para la revista del instituto sobre The Velvet Underground, hablaba de manera cursi sobre ser underground, creyendo saber de lo que estaba hablando, como suele ocurrir cuando tienes esa edad. Además de a un chico argentino del que estaba enamoradisíma y para quien yo era invisible, dudo que alguien más tuviese interés en el artículo o el grupo por aquel entonces en mi entorno. Fue también por aquella época cuando mi profesora de Literatura cogió mi libro de texto por casualidad y leyó con expresión confusa la letra de Heroin que yo había escrito en español en las primeras páginas. 


Creo que con esto quiero decir que de las opciones posibles, yo tenía claro que quería ser underground incluso sin entender lo que eso suponía, y este fin de semana viendo el documental, la mujer de casi 50 se juntó con su yo de ni siquiera 15 para rescatar ciertas cosas y desechar otras. 



Del documental destacaría el uso de las imágenes y la música, especialmente para hacer hablar a quienes ya no están y para imitar el caos psicodélico característico de la época en la narración. En ese sentido me pareció brillante. Y aunque me gustó mucho, tras la reflexión de un par de días creo que le faltan algunas cosas, no sabemos por qué Dough Yule no ha colaborado, podría haber alguna mención sobre ello, se habla de Lou Reed a medio camino de ser un gilipollas, un homosexual reprimido por la sociedad de entonces y un ser atormentado, pero es difícil concluir algo, mientras que el comentario sobre la misoginia del ambiente Warhol que utilizaba a las mujeres únicamente por su belleza, pasa casi desapercibido. 

Jonathan Richman como fan es algo que no necesitaba ver. Pero creo que de alguna forma  esto y especialmente junto con las descripciones finales de quienes participan en el documental, nos recuerda que incluso cuando un movimiento artístico, un grupo o un individuo crean algo que no se entiende o no se comercializa como otros tantos, el impacto social que tienen a menudo de manera concéntrica sobre infinidad de individuos afectados por su talento y creatividad es incalculable. 

Pero en esa marginalidad de la primera parte de V.U.  cuando por un momento único Cale, Nico, Reed, Tucker y Morrison encajan, y Warhol sabe verlo hay algo que es una absoluta escisión musical de lo creado hasta entonces, semejante a la tierra quebrándose para dar paso a un nuevo continente. Y que queda verbalizado de una manera enternecedoramente pueril, con todos ellos expresando su odio por los hippies del momento. «¿Qué vas a arreglar con una flor en la mano?» Se llega a preguntar malhumorada Moe Tucker.

 Y yo sentí que ahí nos hemos quedado muchas, sabiendo que las flores en el pelo, los smileys o el positivismo como neoreligión ahora, no podrán salvarnos, ni tampoco la aguja en el brazo, que se llevó a tantos por delante, pero la insatisfacción persiste, y eso sigue siendo marginal aunque ya sepamos que nunca será un éxito y dure poco en los cines, pero saber que aún queda algo de todo aquello y que todo un mundo descreído sobrevive bajo la tierra mainstream tiene algo de triunfo en estos días en los que los hippies cambiaron las flores por sus compañías multimillonarias, pero eso sí, de buen rollo. 





Comentarios

Entradas populares