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Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola cada vez que hay u

Stardust o mejor dejémoslo estar

Puntuación: 2/10


Hace unos meses mi hermano me comunicaba  con la oficialidad que una fan como yo requiere, que la película supuestamente biográfica de Bowie ya estaba disponible. 

Stardust, 2020 ha sido la única hasta ahora que ha tenido la osadía de llevarse a cabo sin poder usar la música de Bowie. De hecho Danny Boyle desistió ya en 2012 y con Bowie aún vivo de llevar a cabo semejante empresa por no contar con el beneplácito de su marca. Yo misma lidié con una situación a menor escala en la que una gran editorial rechazaba un libro infantil mío sobre el cantante porque pese a gustarles mucho no habían conseguido que la marca Bowie les respaldara (La editorial sacó un libro sobre Bowie al año que aún no me he atrevido a mirar, pero eso es otra historia).

Pero no es lo mismo escribir un cuento que utilice a Bowie de referencia que hacer una película biográfica en la que se espera que la música sea tan protagonista como la estrella.

Pese a que ya el trailer no me seducía, sentí cierta obligación de verla. 


Cuando era pequeña en mis paredes no quedaba espacio en el que no hubiera una foto de Bowie y con 11 años viaje a Barcelona desde Alicante para verlo en su primera gira en España. El día que murió por cosas de la vida, mi casa se encontraba a tan solo veinte minutos a pie de la casa donde nació y por ello fui una de las primeras en llegar a depositar flores frente al mural en Brixton, la foto conmigo y mi hija de 4 años dejando unas rosas amarillas apareció en varios periódicos. ¿Y? Pues que he sido lo bastante fan como para querer verla y no querer hacerlo. Todo “biopic” conlleva sus decepciones: no se le parece, no hablaba así, ese no era el traje, etc…Y son decepciones asumibles y esperables. 

Pero al final lo que nos debería quedar es una historia que aunque no sea extremadamente fidedigna cuente algo a fans y no fans que pueda ser de interés. 

Me temo que Starsdust en ese aspecto fue una decepción rotunda. 

No sé si la necesidad de tener que tomar en consideración la ausencia de sus canciones fue lo que determinó la historia a contar, pero desde luego me pareció la cosa más anodina que podían haber contado sobre Bowie, es como si hubieran decidido escoger lo menos representativo, interesante o relevante de toda su vida y su carrera. 


¿Sin música? 

Sin su música. Aparecen canciones, que canta en garitos de mala muerte o reuniones de venta de aspiradores (sí, como lo lees) pero son canciones de Brel, Scottwalker o The Yardbirds. 

El actor John Flynn tiene la imposible tarea de parecerse a alguien como Bowie, quien por imitable que fuera era imposible de replicar. Por momentos el maquillaje y el vestuario juegan a su favor, pero su acento e interpretación son demasiado endebles e incomodan continuamente. 

Pero para mí el problema insuperable es lo anodino de la historia, el contar algo que se queda a medio camino de poder ser la transformación “cenicienta” tantas veces explotada en el cine y la historia humana de una súper estrella.

Curiosamente (o no) la película se centra en los problemas de Bowie para hacer un tour en Estados Unidos por problemas de visado, por lo que pareciera que el director nos estuviera queriendo decir que todos los artistas pierden su glamour cuando les falla la burocracia. Podemos leerla casi como una nota excusatoria, en un meta análisis que nos recuerda que esa película con el permiso de la familia, la música y el acceso al legado Bowie hubiese sido otra cosa. 

El decepcionante tour americano que supuestamente lleva a Bowie a parir a Ziggy Stardust resulta tan aburrido como debió serlo para una estrella desesperada como lo estaba Bowie por brillar. 

Sus problemas maritales con Angie se quedan muy en una superficie de lo que ya ha sido contado hasta la saciedad y añade momentos de absoluto repelus que nos llevan a más de una a poner caretos dignos del mismísimo Bowie, especialmente cuando el personaje de Angie parafrasea Heroes en una bronca diciendo algo así como: «y qué hay de yo seré tu rey y tú serás mi reina». Sentí mi estomago encogerse. Y sus otros problemas también conocidos para quien haya leído cualquier biografía sobre el cantante, son los que tuvo durante toda su vida en relación con la locura que había en el árbol familiar y en especial a través de la relación con su hermano mayor ingresado repetidamente en hospitales psiquiátricos. Como digo las relaciones se exploran someramente y cayendo en tópicos aburridos. 

Quizá no ha pasado el tiempo suficiente, para explorar a Bowie, falta distancia o quizá faltan otras biografías para hacer una como esta. 

Que las estrellas son humanas y les pillaron follando y que tienen inseguridades y fueron nadie antes de ser alguien no es interesante por si mismo. A lo mejor el tour de David Jones en Estados Unidos hubiese sido todo un éxito de haber tenido los papeles en regla y a lo mejor se podría decir lo mismo de la película, pero eso es algo que ya da igual. 

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