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Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola cada vez que hay u

The power of the dog o cómo un cuñado te puede joder la vida.

Puntuación:8/10 

Anoche asistí a uno de los pre-estrenos que en colaboración con el BFI en Londres están ofreciendo en el Glasgow Film Theatre. La verdad es que el día anterior me había quedado sin entrada para The French Dispatch (Wes Anderson) y sentía la necesidad de matar al gusanillo cinéfilo, y escapar por unas horas a otra parte.

Elegí mal, intentando huir de un cuñado que nos está jodiendo la vida y traumas con un padre macho que desdeñaba nuestra sensibilidad, me metí en lo que por momentos parecía un “mal viaje”.



Tengo que decir que de Jane Campion, hasta donde yo sé, sólo he visto El piano, que me pareció muy buena cinematográficamente pero me dejo incómoda con algunas cuestiones que a posteriori se han reivindicado como feministas. Pero eso es otra historia. 

Aunque en esta aparece una pianola también como metáfora de la voz de la mujer protagonista. Mujer protagonizada muy correctamente por Kirsten Dunst, de hecho todos los actores y actrices hacen una actuación encomiable, pero esta es una de esas películas en las que el papel protagonista al estar tan magnificamente por Benedict Cumberbatch, arrasa hasta comerse al resto. El personaje de Phil Burbank recuerda, no imita, a la que fuera otra sublime interpretación en su día, la de Daniel Day Lewis en There will be blood.  

Hombres víctimas de su tiempo, villanos crudos, viscerales, duros como rocas pero tan necesitados de amor como todo hijo de vecino. 

Cada reseña que me he cruzado habla rápidamente de masculinidad tóxica con la facilidad y vacuidad con la que manéjanos estos términos en el s.XXI y yo diría que sí, pero no únicamente. 

Es una película tensa, que a mi por lo anteriormente expuesto, se me hizo por momentos insoportable, con unos paisajes neozelandeses como decorado constante que por momentos parecen un personaje más. La historia está basada en la novela de Thomas Savage de 1967. Seek que se dice que para su época fue pionero, y yo diría que de la manera en la que la ha llevado al cine, Campion ha sido atrevida utilizando una época y una narración que casi parecen obsoletas para un mundo que aún habla de esos temas pero de una manera completamente distinta. 

Yo estaba viendo la película con un público joven, decorado con todo tipo de chapas y banderas políticas pero a quienes las cuestiones misóginas y homofobicas de las que venimos vistas de una manera más compleja y sutil que los debates de Twitter en ocasiones parecían hacerles incluso gracia. 

Por eso creo que en estos días que corren, decantarse por rodar un western de póster de Marlboro que consigue horrorizar y atraer a partes iguales, para hablar de machismo y homofobia, es algo que se sale un poco del discurso generalizado en gran parte de películas. 

La intimidad y complicidad a través de sus planos genera miradas poco transitadas, la mujer detrás de la cámara nos lleva a ver al personaje de Rose desde los ojos de Phil, que la detestan. Y hay dos momentos casi imperceptibles de dos de los personajes mirando a su alrededor y pasando por la audiencia. 



No deja de ser una película clásica sobre el bien y el mal. Es una cinta que se disfruta estéticamente por su fotografía y por la interpretación de todos los actores, llegando por momentos al orgasmo con Benedict Cumberbatch (literal y metafóricamente hablando) y que se sufre por su tensión a través de los espacios, los detalles y especialmente la música. 


Promete Oscars.

No nos cuenta nada nuevo, de hecho a muchas de nosotras por nuestra historia vital, nos recuerda a muchos machos que presos o no de la masculinidad tóxica, jodieron la vida de muchos otros.  

Pero quizá por ello el personaje más interesante y menos obvio, de hecho estoy segura que es el que menos frases tiene, sea el de Jesse Plemons porque creo que la otra cara de la masculinidad, la de los hombres buenos y justos es también la de los hombres cuyo bienintencionado y pacifico silencio es cada vez más insostenible. 


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