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Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola cada vez que hay u

The last duel o las mujeres, esas cosas de los hombres

Puntuación: 7/10 


Salgo de ver The Last Duel quiero imaginar que en España se habrá llamado El último  duelo, pero quién sabe, hace tiempo que el país se perdió en su creatividad bautizando lo foráneo, siempre tuvimos tendencia a hacerlo. 

He ido a un cine en el que aún no había estado, el único que me ofrecía una última oportunidad para ver la última de Ridley Scott.

Y lo de tener asientos que se reclinan al darle a un botón, es genial. 

Me ha hecho gracia que justo antes de que empezara uno de los anuncios fuera de Cry macho.

Eastwood tiene 91 años y Scott 83, y no puedo evitar preguntarme si los dos buscan hacer las paces con ellos mismos, o dejar constancia de los hombres que fueron, en un mundo en el que las mujeres gritamos más fuerte que nunca. No lo sé y a lo mejor las circunstancias son más triviales. 


Sea como fuere, y aunque soy superviviente de violación y no especialmente afín a las batallas campales de crueldad medieval sentía que era importante verla, y admito que Jodie Comer me gusta, y mucho más que Adam Driver, Matt Damon o Ben Affleck. 


Creo que no es necesariamente un “destripe” si digo que está basada en hechos históricos sobre una violación allá por 1386. Lo interesante, aunque quizá innecesario, aún no lo tengo claro, es que Ridley Scott nos ofrece las tres versiones de sus protagonistas en un in crescendo, cuya conclusión para la mayoría de las mujeres es fácil anticipar con angustia. 



No creo que el explorar las tres perspectivas trate de ofrecer imparcialidad o dar voz a cada uno de ellos, al contrario creo que trata de resaltar la voz históricamente acallada de las mujeres en esas situaciones.

Para mí queda claro, aunque hubiese sido interesante verla con alguien del otro sexo, que la percepción de los hombres de lo que ocurre en la historia está claramente distorsionada por disfrutar del privilegio de considerar a las mujeres como algo de su propiedad y para su servicio. 

La violación desde la experiencia de Marguerite, no he podido verla, pero aún más insoportable se me ha hecho ver lo poco, sí aunque a las feministas se nos calle diciendo lo contrario, lo poco, que han cambiado las cosas. 

Porque más allá de lo que supone para nosotras de por vida, una violación, lo que queda brillantemente ilustrado es que la violación y la humillación se lleva a cabo de diferentes formas, por el marido buscando venganza, por la suegra que optó por aceptarla y te pide que hagas lo mismo, por el juicio que te juzga a ti y no a él, la amiga que prefiere no creerte, y por todos los poderes cómplices. Y es que para nosotras, las mujeres, nuestra dignidad, nuestra humanidad, felicidad, deseo y derechos siguen siendo debate público y no algo inherente como seres humanos. Sigue siendo algo que reclamar y que se considera socialmente un extra. 

Desde mi propia perspectiva de 2021 y como  superviviente de tantas violencias, la película me recordaba a mi última experiencia a mis 43 años, cuando el tío de mi marido me dio la bienvenida a la familia cambiándome el apellido por el suyo mientras me daba  palmadas en el culo al pasar por una puerta el día después de nuestra boda, yo callé petrificada durante su visita y cuando él y su mujer se fueron, lo conté, mi marido se rio sorprendido, mi suegra se preguntó si sería un síntoma de Alzheimer y de no ser porque mi hijo mayor lo vio nadie me hubiese creído. Nadie le confrontó tras lo ocurrido y se asumió que yo respetaría la relación familiar que tenían entre ellos y lo buena persona que el viejo sobón había sido, es la forma social de recordarte que tu dignidad y tus sentimientos no importan, y no puedes anteponerla a ninguna otra cosa, eso sería molestar por “nada”. 

Al mudarnos aquí a petición mía, tras el fallecimiento de mi suegra, a petición mía, mi marido escribió una carta a su tío para comunicarles que no les veríamos y el por qué. Mi marido se había visto con él en el funeral y habían hablado varías veces por teléfono, algo que yo encontraba sorprendente y mi marido encontraba sorprendente que yo lo hiciera. Mi marido es un buen hombre que me ama, lo sé, pero tuve que corregir su carta indignada varías veces, porque toda la responsabilidad volvía a caer sobre mi, que si mi pasado de abusos, que si no podríamos vernos por lo que suponía para mi. 

Yo tuve que explicar que era tan simple como que lo único que quería de su tío eran las gracias por no denunciarle. Y que el tío se había propasado me había abusado y era inaceptable. Que si cualquier miembro de mi familia hubiese agredido a mi marido el comportamiento sería mucho más claro y directo. 

Por supuesto el tío enfurecido nos dejo a mi y a mi hijo por mentirosos. No es el medievo es un día cualquiera de una mujer cualquiera en 2021 y dado lo que supone hablar de nuestros abusos y la poca comprensión social al respecto, y pese a todo el activismo, más de una aún nos preguntamos como hacen Marguerite y su suegra si lo más fácil, lo mejor, lo practico no será callar. 

Y es que mientras tantas mujeres aún hoy como Marguerite en el 1386 no saben lo que es un orgasmo, mientras 1 de cada 3 sufrimos algún tipo de violencia, mientras novios y maridos matan a sus parejas, yo en el cine al escuchar al violador y al marido hablar de amor, no podía evitar recordar lo que cantaba la maltratada Tina Turner, qué tendrá que ver el amor con esto. Y es que  mientras seamos cosas de otros y para otros, no podremos hablar de amor, y eso desde el 1386 ha cambiado muy poco.

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