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Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola cada vez que hay u

My Mexican Bretzel o la verdad no existe.

Puntuación: 7/10 

Ayer mientras continuaba con mi tarea diaria de  meter vidas en cajas, la nuestra, la de mi suegra fallecida, la de la infancia de mi marido y la de mi cuñado ausente…Encontré unos negativos de los primeros días de cuando empezamos a salir juntos mi marido y yo hace ya unos veinticinco años. Tras mirarlos y remirarlos creí conveniente tirarlos a la basura.

Pero tirar imágenes siempre me produce cierta ansiedad, imaginar desde una absurda egolatría que alguien pudiera encontrar esos negativos dentro de cien años e inventar cosas que nada tienen que ver, me exaspera, mi necesidad de veracidad y precisión siempre ha sido extrema y aburre a cuantos me rodean, cuando cuento algo o cuando necesito aclarar exactamente lo que dije y por qué lo dije, digamos que no soporto los malos entendidos. Y entonces me vino a la cabeza la película My Mexican Bretzel que precisamente cuestiona esa verdad, la descompone y juega con ella.



My Mexican Bretzel es una película del 2019 de la directora barcelonesa Nuria Giménez Lorang y que cuenta con numerosos premios.

Quiero decir que es un falso documental, pero eso no le haría justicia. My Mexican Bretzel me recuerda un poco al decoupé practicado por los dadaístas, Burroughs y Bowie, pero con lo visual. Es decir en lugar de cortar versos y generar una narrativa aleatoria, aquí lo que vemos es una selección de imágenes recompuestas para contar una historia. Y se hace difícil distinguir quien necesita más a quien si la historia a la imagen o viceversa. 

Pero para mi el elemento aún más importante es el audio, el uso que hace del audio me parece extraordinario, el audio por ausencia nos imanta a la pantalla, recuerda al cine mudo reclamando nuestra atención en un mundo hipersaturado de estímulos. Si el cine en general ha tendido a magnificar y potenciar para que permanezcamos interesados, lo que hace la directora aquí es precisamente lo contrario, es un susurro cinematográfico que nos pide silencio mental para hablarnos de otros momentos y otras vidas. Vidas, que pese a las mil fotocopias históricas aún condensan elementos comunes y atemporales. 

Es como encontrar un espejo de miles de años roto y oxidado pero en el que aún podemos vernos. 


La intervención sonora de manera casual y en momentos concretos me recordó de alguna manera al uso del color rojo en Schlinder’s List por ejemplo. La ausencia para intensificar la presencia.


Y si recientemente me preguntaba sobre este concepto tan repetido últimamente y mal usado tan a la ligera, “experiencia cinematográfica” es precisamente con

la película de Nuria Giménez Lorang cuando considero oportuno usarlo. 

Los elementos de este film son ofrecidos al espectador casi como un puzzle, hay unas imágenes que son reales, un texto simultáneo que podría o no narrar lo que vemos y un sonido que a veces te mete en la historia y otras te convierte en voyeur, o te arrastra a la primera vez que la directora visionó las imágenes encontradas.


Todo el metraje lo componen películas de los abuelos de la directora, pero ella consigue reducirlas y elevarlas a imágenes humanas e históricas. 

Si como yo fantaseas al encontrarte fotos antiguas de gente que no conoces, especulas con la realidad y te gusta el cine, My Mexican Bretzel es más que recomendable. 

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