Ir al contenido principal

Destacados

Licorice pizza o la edad de la inocencia.

Puntuación 9/10  Vengo de ver Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. Pizza de regaliz por lo visto es una manera de llamar a los discos de vinilo, algo que yo no sabía. Me ha gustado mucho, me parece que a pesar de  lo mucho que se habla de amor en el cine pocas veces se habla bien de lo que es el amor, a menudo un desatino de impulsos y falta de reciprocidades, una especie de orquesta asinfónica. Pero  tampoco solemos ver personajes con granos e imperfecciones. Y los protagonistas de Liquorice Pizza no cumplen con los estrictos cánones a los que tenemos la mirada acostumbrada. La película me conquistó de inmediato,  en parte por la banda sonora, abre con una canción de Nina Simone que no conocía (July Tree) , y eso ya es conseguir sorprenderme. Además, pese a que torcí el morro cuando vi que usaban Life on Mars en el anuncio de la peli, creo que es una de las pocas veces que se usa Life on Mars con mucho más sentido en su contexto social histórico que no colgándola...

Annette o ¿cuándo acaba la película?

Puntuación:1/10


El martes fui a ver Annette, tras el confinamiento que ha servido de filtro de todo lo que me hace feliz y aquello que es mero relleno, me di cuenta que una de las pocas cosas que echaba de menos muchísimo era ir al cine. Por eso y pese a estar aun en una mudanza muy larga a una nueva ciudad me he marcado como propósito ir al cine más a menudo. La oferta en estos días en el cine local no era amplia, me debatía entre ir primero a ver Our ladies, 2019 una película sobre chicas adolescentes en Escocia en los 90 en una escuela católica o Annette. Quizá porque para los 90 yo ya había conseguido escapar de mi escuela católica no me apeteció demasiado la propuesta. Decidí ver Annette con cierta predisposición, lo admito, a que no me gustara, pero al tiempo, y esto lo digo honestamente, queriendo equivocarme. 


Lo cierto es que no tenía más referencias que lo hablado por teléfono con mi hermano, poco más que saber que en ella aparece Adam Driver, al que le tengo una tirria irracional, no sé por qué, como se la tengo a Phil Collins y tanta otra gente que no me ha hecho nada. Mi tirria quizá se ha acentuado tras Historia de un matrimonio, una especie de versión 2.0 de Kramer vs Kramer, que no nos cuenta nada que no sepamos y en la que ciertos discursos feministas y con los que por supuesto estoy totalmente de acuerdo parecen más diseñados para la viralidad internáutica que para la narración cinematográfica. Sea como fuere Adam Driver no me hace ir al cine (mi hermano me ha recomendado Patterson para que se me pase la aversión irracional), primer punto en contra, segundo: es un musical...Tengo casi tanta aversión a los musicales como al pobre Adam Driver, con excepciones por supuesto West Side Story o Dancer in the dark van más allá de ser musicales, y por supuesto cantar sobre las sufragistas en Mary Poppins y crear todo un mundo musical (arruinado y convertido en otro con el doblaje) mezclando personajes de animación es casi un género en si mismo. Pero  hay musicales y musicales, es algo así como la poesía, no todo lo que rima es automáticamente digno de reseña literaria, no todo lo que se dice con música es...Soportable.


Annette y un señor de...Comedia

Leo las criticas y percepciones ajenas y no acabo de entender que es lo que vimos, y si fue lo mismo. Para empezar el hablar de que la relación entre un comediante y una cantante de opera sea extraña, fue una cuestión que a mi me pasó desapercibida, quizá porque andaba ocupada en no ver una especie de resurreción del cómico catalán Eugenio en esa voz grave del Sr. Driver, temiendo en cualquier momento que interrumpiera su inglés para decir "saben aquel que diu?".

 La relación comediante-soprano, para mi no es ni mas o menos posible, es una relación de esas que tanto aburren a quienes nos sentimos del vulgo vulgar y que viene siendo tan habitual últimamente en el cine de  Hollywood, una especie de síndrome "los ricos también lloran" que nos cuenta lo complicado que es vivir en un mundillo que a la gran mayoría nos es ajeno, sea como fuere la comedia que nos ofrece el personaje de Henry McHenry (interpretado por Adam Driver) a mí me resulto incomprensible por mucho que haya quien se atreva a elevarlo a anticomedia, a la altura de Andy Kaufman, desde mi perspectiva la construcción de ese personaje me pareció tan superficial como la del personaje operático de Ann, recalcado con la insistencia del cómico de que  su mujer (interpretada por Marion Cottillard) sólo saluda y se muere ("she bows and dies"). El cliché frágil y demodé es algo que persiste durante toda la película.


Pero digamos que antes de esto ya me tenían en ascuas con la introducción, me sorprende gratamente saber que la banda sonora es de la banda Sparks, quienes ya colaboraron con Carax en Holy Motors, y a quienes conozco por llevar en el mundo musical desde los 70. Al verlos en los primeros minutos de la película, en la que los personajes rompen la cuarta pared invitándonos a seguirles, pensé que podría ser interesante, Sparks es un grupo al parecer muy venerado por Carax que se considera a menudo experimental y oh ah quizá en esa palabra este la clave de mis tormentos. 



El termino experimental en cine, música y arte en general, es algo que en ocasiones me recuerda a la capa de invisibilidad en Harry Potter, que lo que hace en algunos casos es ocultar cualquier cosa que pudiese ser acusada de bazofia, mágicamente al colgarle la etiqueta experimental, por supuesto que hay muchísima música y cine experimental que ha revolucionado y aportado, pero vuelvo un poco a lo de antes, no necesariamente todo lo experimental es arte. 

¿Bazofia?

Sí, lo siento, la sensación general fue esa, fue tan terrible que cuando quedaban 40 minutos salí a preguntar que a qué hora acababa aquello, algo que no he hecho nunca y mira que he visto cosas...¿Por qué me pareció una bazofia? porque los personajes son muy endebles, y los dos únicos femeninos ya ni te cuento, porque la historia es vacua, obvia y contada desde un ángulo moralmente dudoso, ambivalente, tirando a machistoide y aburrido. Porque lo que se vende como experiencia cinematográfica, termino cada vez más frecuente que aun no acabo de comprender, no pasa de función de fin de curso pretenciosa, con dinero, pero función de fin de curso. 

La música es simplemente mala, las canciones aún peores, llegando a agotar las melodías hasta desintegrarse en una cosa larga y monocorde hacia el final. En ocasiones tuve que reprimir la risa porque no daba crédito a lo que estaba viendo, por ejemplo que Adam Driver consiga cantar haciendo un cunnilingus a su mujer embarazada, cosa que por cierto celebro, porque la sexualidad de mujeres embarazadas existe poco en el cine, aunque leo por ahi que esto se encumbra y que hablan muy seriamente de lo difícil que es cantar mientras se fuma o durante el sexo. En fin, quizá es cosa mía y no supe tomármela en serio.


El estilismo, los colores, la ropa, también me parecieron pobres, mal elegidos, el vestuario de la fantasma en sus momentos buenos recordaba a La novia de Frankenstein y en los malos a La cosa del pantano.

Y dado que he escrito un libro sobre la representación del parto en el cine, no puedo evitar querer gritar que el parto en Annette es un horror, una representación digna de los años 60 y con un padre que suda más que la parturienta, una parturienta que no sabemos si ríe por drogas, desesperación, felicidad o intuición de lo que se le viene encima con su marido hiperhidrósico.


Leos Carax dice que la gente verá su cine como grotesco y se le rechazara por ello, la cuestión para mi es lo grotesco por lo grotesco se pierde en la nada, lo grotesco para ser arte ha de decirnos algo, yo dudo que Annette diga algo interesante.



Del actor de Big Bang Theory Simon Helberg no diré más que su encasillamiento parece más debido a su participación en Florence Foster Jenkins que a la serie en la que pasó tantos años.


El final, sin destripar nada, me pareció apoteósicamente malo, pero liberador al menos para mi que después de 2 horas y 19 minutos y por primera vez en mi vida no me quedé a ver los créditos y hui despavorida corriendo para coger un tren y tratando de olvidar aquella cosa llamada experiencia cinematográfica.


Comentarios

Entradas populares